miércoles, 14 de diciembre de 2011

Poesía



¡Se mató un tomate!

¡Ay que disparate!

se mató un tomate

¿Quieren que les cuente?

Se arrojó de la fuente

sobre la ensalada

recién preparada.

Su rojo vestido

todo descosido,

cayó haciendo arrugas

al mar de lechugas.

Su amigo Zapallo

corrió como un rayo

pidiendo de urgencia

por una asistencia.

Vino el doctor Ajo

y remedios trajo.

llamó a la carrera

a Sal, la enfermera.

Después de sacarlo

quisieron salvarlo

pero no hubo caso:

¡Estaba en pedazos!

Preparó el entierro

la agencia “Los Puerros”.

Y fue mucha gente...

¿Quieren que les cuente?

Llegó muy doliente

Papa, el presidente

del Club de Verduras,

para dar lectura

de un “Verso al tomate”

(otro disparate)

mientras, de perfil,

el gran Perejil

hablaba bajito

con un rabanito.

También el Laurel

(de luna de miel

con Doña Nabiza)

regresó de prisa

en su nuevo yate

por ver al tomate.

Acaba la historia:

Ocho zanahorias

y un alcaucil viejo

formaron cortejo

con diez berenjenas

de verdes melenas, sobre una carroza

bordada con rosas.

Choclos musiqueros

con negros sombreros

tocaron violines

quenas y flautines,

y dos ajíes sordos

y espárragos gordos

con negras camisas,

cantaron la misa.

El diario espinaca

la noticia saca:

-Hoy, ¡qué disparate!

¡se mató un tomate!-

Al leer, la cebolla

lloraba en su olla.

Una remolacha

se puso borracha.

-¡Me importa un comino!

dijo Don Pepino...

y no habló la acelga

(estaba de huelga)

(Elsa Isabel Bornemann)

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